miércoles, 25 de junio de 2008

Que bó.........

Carta de la Sra Rahola al Sr. Hunold (director de Air Berlin)

Estimado señor Joachim Hunold, flamante director general de Air Berlín, le pido perdón.
¿Sabe?, me duele que usted se haya tenido que molestar por culpa de unos estúpidos irreductibles que, a pesar de la grandeza de otros idiomas, se empeñan en hablar una desgraciada lengua que sólo tiene mil años de historia. Los hay estúpidos, incapaces de rendirse a la belleza de las lenguas imperiales, tan cortos de mira, que se mantienen en la defensa de una identidad menor. Usted tiene mucha suerte.
En alemán se han pronunciado algunas de las proclamas que han cambiado la historia de Europa, campos de exterminio incluidos. Nosotros los catalanohablantes, en cambio, somos de una historia menor, sin Kaisers, ni Reichs, ni muro de Berlín. Sólo tenemos algunas gestas épicas antiguas, algunos sabios, unos poetas vigorosos, algunos escritores notables y un idioma que nos hace singulares ante el mundo. El catalán - ¡fíjese qué pobreza!- es nuestra aportación básica al patrimonio cultural de la humanidad, una forma de hablar, de sentir, de explicar las emociones, las realidades? Pero le entiendo. Si podemos explicar el mundo con los grandes idiomas de los grandes estados, ¿por qué vamos a perder el tiempo con las pequeñas lengüecitas, que hablan seres insubstanciales? Yo que usted, cuando envía sus aviones por Finlandia, o por las zonas flamencas de Bélgica, iría diciendo lo mismo, insultando a los tontos - cuatro gatos- que hablan el flamenco, cuando podrían hablar el francés. O a los cretinos que hablan esa lengua imposible llamada finés, ellos que podrían hacerse el sueco. Y si citamos a los bálticos, ni le cuento. Ahí no hablan el letón cuatro gatos, ahí son uno y medio, y más pesados que el plomo. ¡Mira que hablar letón, pudiendo hablar ruso, que es más imperial! Ahora que se ha animado, señor Hunold, y ha iniciado una cruzada personal contra los estúpidos terrenales que hablan lenguas menores, yo viajaría por Suiza, que es un país tan provinciano y tan cerrado que tiene cuatro lenguas oficiales, iguales en rango. Y puestos a elevar su cruzada a categoría colonial, envíe sus Air Berlin por África, para que los negritos dejen de hablar tonterías swahilis, y empiecen a dominar las lenguas del imperio. Ya los indígenas de Bolivia, o Perú, ni agua, que a estos les das la lengua y se toman la manga.
La verdad, señor Joachim Hunold, usted tiene razón. Ha venido desde Alemania a vender sus viajes en Air Berlin a los españoles, y el hecho de que España tenga cuatro lenguas oficiales, que hablan los estúpidos de los territorios respectivos, es un insulto a su negocio. Por supuesto, usted quiere nuestros dineritos catalanes - que el dinero no tiene acento-, pero no quiere que lo manchemos con nuestra sucia lengua. Usted es un europeo, un tipo importante, un miembro del sacro imperio teutón, y no tiene por qué codearse con rústicos mallorquines que se obstinan en hablar en su lengua. De fuera viene, y ya impone su norma, notable heredero de las tentaciones imperiales de su historia. Las tonterías que ha dicho sobre los riesgos del castellano y etcétera son menores. Total. La evidencia de que el catalán recula en todas sus áreas lingüísticas, y peligra especialmente en las islas Baleares, no tiene que importarle. El dinero no tiene otra alma que la prepotencia, el poder y la intolerancia. Y usted tiene dinero. Por eso las autoridades catalanas y baleares le han lamido la patita, y casi le piden disculpas por pedirle que en su territorio respire un poquito el idioma propio. Es la actitud propia del colonizado. Usted se ríe de nosotros y literalmente nos insulta, no porque seamos un pueblo inferior, aunque parece que lo piensa. Sino porque somos un pueblo debilitado. Pero, ¿sabe?, incluso los colonizados tienen capacidad de respuesta. Y mire, desde este humilde rincón, esta irreductible provinciana que se obstina en hablar su idioma le dice, en el idioma que usted entiende, el castellano, que se vaya a tomar por la puerta de Brandemburgo. Ya tenemos suficiente con los anticatalanes de casa. Sólo nos falta un alemán anticatalán. Puede que seamos provincianos. Pero pedirnos que pongamos el trasero es demasiado.

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